Una agradable mañana, el joven Kalú caminaba junto a su maestro.
– ¿Maestro es posible ser espiritual, sin creer en nada?
– ¿Cómo en nada?
– Sin creer en el espíritu, o sin creer que pudiera existir algo después de la vida. Kalú insistió – Si una persona ayuda a los demás, pero no cree ¿Puede ser espiritual?
– Querido Kalú ¿es posible que el sol no exista, porque un ciego no puede verlo?
– No maestro. Aunque el ciego no lo vea, el sol seguirá estando en el firmamento.
– ¿Y cómo sabrá el ciego, que no ve, que existe el sol?
– Porque se lo dirán quienes lo pueden ver.
– Y si no les cree, insistió el maestro, porque puede muy bien no creerlo.
Kalú se quedó pensativo unos instantes… Entonces el maestro continúo…
– Mi querido alumno, el ciego no verá el sol, pero si puede sentir sus beneficios. Sentirá los cálidos rayos del sol, envolviendo su cuerpo. Percibirá el ambiente sofocante de ese calor. Incluso experimentará las vibraciones exuberantes de la naturaleza en primavera. Y notará la alegría de la gente que irradia buen humor cuando el día es soleado.
Kalú escuchaba con atención, y asentía las palabras del sabio instructor.
-Dime, ¿acaso no es eso una manera de detectar la existencia del sol?
– Claro que sí maestro
– Kalú ¿Cuál es la enseñanza de esta conversación sobre la espiritualidad?
– Que, aun siendo ciegos, podemos “ver lo invisible”, cuando nos permitimos experimentarlo en nuestra naturaleza humana.
– Sí mi querido Kalú. Así es también la espiritualidad. Puedes no creer en la existencia del espíritu o conciencia, y pensar que no hay nada más allá de la vida terrenal. Pero el espíritu no te va a abandonar por ello. Estuvo antes que tú nacieras y estará después, es eterno. Siempre estará en ti, porque tú eres una “gota” de energía espiritual que se funde en un mar de infinito amor, que es la Conciencia Suprema, el Todo, o la Matriz Divina, como lo define la Ciencia, y donde todo está interconectado en una Unidad perfecta.
– Entonces ¿todos somos espirituales?
– Si Kalú, aunque no todos lo somos de manera consciente. Esa es la gran diferencia.
– Si las personas no son conscientes de su espiritualidad, ¿cómo podrán darse cuenta de ella? ¿Cuáles son entonces los benéficos de la espiritualidad?
– A medida que vamos despejando nuestra propia sombra y con ella el ego, la espiritualidad va adquiriendo más esencia. Poco a poco se va experimentando equilibrio mental, paz, amor, alegría, todos son atributos del espíritu. Y quien está en calma puede conectar con su ser interior, aun sin saberlo. Y desde la unificación con su “Yo” superior, se vuelve a conectar con más conciencia cada día, al Todo -el Universo-. A partir de ese momento, tendrá toda la fortaleza para afrontar la vida con coraje y sin miedo.
La espiritualidad es el camino de poder y evolución de tu espíritu hasta llegar a ser una conciencia consciente, que anhela ascender más allá de la forma.
El verdadero reto del Hombre en la Tierra es el de construirse a sí mismo, una ardua labor que debe llevar a cabo a lo largo de su existencia. Y a través de este camino, descubrir su propósito, que le obligará a poner a prueba la actitud con que debe afrontar cada situación, e ir destilando las capas densas del ego, para liberar la luz y el amor que somos.
Pero encontrará el sentido de su vida al volver a conectar con su “Yo Superior”, que es parte de la Conciencia Suprema. De hecho, la experiencia de tener al Espíritu vivo en nosotros, nos fortalece frente a las reacciones del mundo, y entonces somos capaces de afrontar con serenidad de ánimo y confianza cualquier circunstancia que se nos planteé.
Así, cuando el hombre está integrado, descubre que su espíritu más puro es parte de la Providencia. Entonces se reconoce como una “semilla divina”, y a partir de ese momento experimentará una profunda paz, que le llenará de alegría, se sentirá rodeado de amor, y sabrá con certeza que Dios está en él.
Un abrazo
Sara