Se había levantado temprano como de costumbre para ir a su trabajo, le gustaba crear, y eso era lo que hacía en la multinacional en la que llevaba algunos años realizando su labor como diseñador digital. Se sentía motivado y estaba contento. Cuando llegó al hall del edificio de la empresa, se apresuró a entrar en el primer ascensor que vio abierto.
– Buenos días, saludó afable a las personas que estaban ya dentro.
Nadie respondió. Sintió una punzada de malestar, y mientras llegaba a su piso, observó con cierta curiosidad a las personas que le acompañaban en ese corto trayecto. La gente estaba seria, gris, parecía que cada uno estuviera sumido en su mundo de preocupaciones o tal vez en una profunda desgana. Un pensamiento veloz atravesó su mente: “Parecen embobados, caminan hacia sus trabajos sin alegría, es como si no tuvieran interés en lo que tienen que hacer, puede que no recuerden sus sueños”.
Acto seguido, experimentó un sentimiento que para él era bastante nuevo, compasión. Interiormente se escuchó así mismo decir: “hasta hace muy poco yo estaba como ellos. Mi mente solo giraba en torno a los problemas y a lo que no había logrado, estaba agobiado todo el tiempo, pero he cambiado, ahora soy consciente de lo que quiero y me siento mejor”.
Muchas personas viven gran parte de su día a día absortas en un torrente de pensamientos, que giran en torno a las dificultades, con una actitud de queja constante, de desánimo, de miedo, de obstinación en ver puertas cerradas y ventanas que no se abren. Y en ese contexto es imposible encontrar vías de solución. De manera que la vida pierde sentido y brillo, envolviéndoles en una realidad grisácea.
¿Y cómo salir de esa noria de pensamientos y actitudes tan negativas, que parecen opacas?
En realidad, depende de nosotros mismos. Aunque es cierto que muchas circunstancias no nos lo ponen fácil. Lo peor es cuando no podemos modificarlas, entonces nos desesperamos, y atraemos hacia nuestra vida más y más acontecimientos negativos que lo empeoran todo.
Pero cuando por fin tomamos conciencia de que la vida que llevamos ya no nos gusta, que nos hace infelices, solo entonces podemos empezar a cambiarla.
Y lo primero que debemos cambiar es nuestra manera de pensar, nuestro dialogo interior. Eso que nos decimos a nosotros mismos: “no puedo ser de otro modo”, “no tengo posibilidades para conseguirlo”, “todo el mundo me engaña”, “no valgo para ese trabajo o para salir de determinada situación”.
Este tipo de pensamientos están directamente conectados a creencias heredadas posiblemente, de nuestra infancia familiar o de nuestro entorno social. Son patrones mentales que nos limitan toda posibilidad de liberar lo mejor de nosotros mismos, porque nos han hecho creer en nuestra incapacidad, y nos han ido recortando las alas, al cegarnos la visión del gran potencial que todos tenemos.
Y ahí está la magia de poner en positivo cada una de las creencias limitantes: “soy una persona valiosa”, “puedo conseguir lo que me proponga, si me preparo para ello y persevero”; “tengo la fortaleza y la paciencia que necesito, para lograr mi meta”.
Pero seamos sinceros, no es tan sencillo, porque la mente obstinada volverá una y otra vez al canal con el que estaba sintonizada desde hacía mucho tiempo. Si forzamos la situación, la línea firme de nuestro buen propósito se tensará y se romperá.
Nuestros pensamientos están programados como cualquier software de ordenador. Así que necesitamos cambiar ese programa establecido, primero tomando conciencia de lo que nos ha estado limitado durante años.
– ¿Qué pensamientos te han estado impidiendo lograr tus metas? ¿Qué te está limitando?
Cuando nos hacemos consientes de esos pensamientos limitadores, que surgen una y otra vez de manera inconsciente, podemos trabajar sobre ellos para que no vuelvan a aparecer, transformándolos y con ello, transformando nuestra vida.
La mente que conecta con el cuerpo está muy arraigada en el inconsciente humano, al que no se le puede llegar únicamente con palabras repetitivas. Para mover el inconsciente debemos combinar la imaginación con los sentimientos.
Así que, por medio de la meditación, visualiza con todo lujo de detalles aquello que quieras lograr, enfócate en el momento en el que lo hayas conseguido, y notarás que se generan emociones tan reales como si lo estuvieras viviendo de verdad. Tu mente no sabrá si es real o imaginario.
Cuando meditamos cambiamos la vibración de nuestras ondas cerebrales y con la repetición de esta práctica, modificamos nuestras conexiones neuronales, facilitando el cambio de la mente.
Al modificar de manera creativa, con la visualización, lo que nos decimos a nosotros mismos, cambiamos lo que sentimos, y al mover así el inconsciente, cambia lo que percibimos sobre cualquier circunstancia y, en consecuencia, actuamos de una manera completamente distinta.
De ese modo la mente ira abandonando los viejos patrones de pensamiento y creando una nueva realidad, que nos facilitará la transformación y el cambio de vida.
Plantéate: ¿Cómo quiero que sea mi vida? ¿Qué es lo que yo deseo?
Por otro lado, para que el cambio sea completo es preciso que descubras quien eres, que necesitas para crecer. Y debes hacerlo desde el amor, dejando de ser víctima, para convertirte en protagonista de tu historia personal. Consiste en imaginarte quien quieres ser, desde la perspectiva de la evolución de tu conciencia.
Esto te permitirá descubrir tu esencia espiritual, que es la fuente de tu poder interior para transformarte, y lograr una vida más plena.
Al conocer tu identidad trascendente, la vida en si misma cobrará otro valor, y se afianzará en ti la voluntad para mantener una actitud positiva favorable al cambio, que te invitará a vivir con intensidad el ahora, volviéndote una persona consciente.
Y siguiendo ese empuje hacia la positividad, tendrás que cambiar hábitos viejos por otros nuevos más acordes con la nueva vida que has creado desde tu mente y tu corazón.
Por supuesto, necesitarás disciplina y perseverancia de acción, con los hábitos nuevos. Y entonces las conductas que se hayan renovado en tu consciente, quedarán implementadas también en tu inconsciente. Así tu vida transformada, adquirirá una dimensión totalmente nueva.
Un abrazo
Sara